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Museo Nacional del Grabado

PATRIMONIO | Mujeres grabadoras

Una sección dedicada a difundir la obra de grabadoras argentinas. En enero: Natalia Kohen




ENERO 2020 | Natalia Kohen.


Natalia Kohen – libro “Serafina”

Por: Lic. Eva Farji

Serafina es una edición de bibliofilia que aparece en el año 1977 por iniciativa de la Fundación Argentina bajo el cuidado de Daniel Wolkowitz1. Natalia Kohen, su autora literaria y artística, se ilustra a sí misma con dos aguafuertes. El intimista relato cuenta la degradación y los cambios que con el paso del tiempo (y de las modas) sufre un maniquí en un negocio de ropa de luto.

Natalia Kohen se dedicó a las artes plásticas después de una trayectoria en la literatura. En 1969 comenzó su formación en dibujo y grabado con Aida Carballo, luego se trasladó a Londres para ingresar en la Sir John Cass School of Art. Es autora de varios libros de poesía y de un libro de memorias El color de la nostalgia.

Serafina es uno de las pocas ediciones ilustradas con aguafuertes del conjunto que resguarda el MNG correspondiente a las décadas del ’60 y ’70, ya que la xilografía solía ser la elección técnica preferencial de este momento. El aguafuerte corría con el prestigio de la edición de bibliofilia y siguió siendo el procedimiento para libros de lujo, no así para las iniciativas destinadas a la democratización de la estampa y la extendida circulación de la misma en libros y carpetas. El ejemplar puntual del MNG fue propiedad de Luis Seoane, tal como se desprende de la dedicatoria manuscrita presente en el colofón.

En el primero de los aguafuertes la muñeca-maniquí no aparece representada, ya que toma el lugar y punto de vista del lector-espectador. El grabado muestra a los transeúntes de una calle situada a finales del siglo XIX o principios del XX (caracterización que solo aparece en el grabado a través de las vestimentas, ya que el relato no presenta descripciones temporales específicas). Es la escena que la maniquí observa mirando hacia el exterior desde la vidriera del local que habita, pero esto sólo lo sabemos si leemos el cuento. El texto al pié de la imagen es un fragmento “Vio rostros compungidos”, que no nos permite discernir nada más de la historia. Una vez leído el cuento, la imagen se modifica en su comprensión e introduce algunas cuestiones que resultan inquietantes para una imagen en apariencia costumbrista. Al decir de Didi-Huberman, aquello que vemos, nos mira también, por cuanto la indiferencia de los hombres y mujeres de esa calle es dialógica, constituye al sujeto que está mirando. El cuerpo de la muñeca-modelo no está representado visualmente, pero desde este análisis, su presencia es manifiesta.

En el siguiente y último aguafuerte, cuerpo del maniquí aparece fragmentado, desarmado. El rostro muestra expresión de tristeza, a diferencia de los rostros de los transeúntes. El maniquí es lo humano del relato y de la imagen. Detrás de la serenidad, la representación “naif” y la melancolía, se esconde algo todavía más inquietante, simbolizado en el texto por la presencia de las arañas que acechan en el baúl de los objetos olvidados.

1? Incluida en el corpus de obra de la investigación “Grabado y Literatura en los ’60 y ‘70. De la ilustración al objeto poético”, auspiciada con la beca Investiga Cultura del Ministerio de Cultura de la Nación.

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